¿Qué es Palestina?
Palestina es un espacio geográfico situado en Asia Occidental, con costa en el Mediterráno Oriental. Es el hogar histórico de los palestinos, un pueblo árabe y semita. Es la región donde nació Jesús, venerado tanto por cristianos como por musulmanes.
¿Por qué hay guerra en Palestina?
Palestina, como tantas otras regiones y pueblos del mundo, padeció y padece el colonialismo y el necolonialismo occidental. Esto es: el sometimiento de los pueblos y el dominio imperial de territorios por parte de las potencias colonialistas de Occidente. Debido a esta situación de opresión es que hay permanente conflicto en Palestina. Sucede que los ladrones occidentales, que hoy son lo que Jesús en su tiempo llamó “los mercaderes del templo”, roban tierras y recursos a los palestinos y pretenden esclavizarlos, y los palestinos luchan para evitarlo y para recuperar lo que les han robado.
¿E Israel, qué es?
Israel es el nombre de un reino de la Antigüedad en la región de Palestina. Pertenece al acervo histórico de Palestina.
El denominado “estado de Israel” es algo totalmente diferente: es una entidad neocolonial que toma el nombre de Israel para legitimarse pero que no tiene nada que ver con ese reino de hace más de dos mil años.
El “Israel” de hoy, lisa y llanamente, es un aparato de choque, un aparato militar terrorista, implantado en Palestina por el colonialismo occidental para poder ejercer el poder en esa geografía y proyectar el poder de Occidente Colectivo hacia toda Oriente Próximo, región geopolíticamente crucial por su ubicación nodal respecto de Eurasia, África, el Mar Mediterráneo y el Océano Índico, y muy codiciada por sus recursos energéticos, básicamente el petróleo y el gas. Este burdo aparato terrorista llamado “Israel”, organización para ejercer la violencia opresora, necesita una narrativa, un relato histórico, un mitología, para poder manipular al mundo y a las masas desprevenidas y encubrir la verdadera naturaleza vil que lo constituye.
¿Pueden explayarse un poco más?
Esto es el modus operandi del Anglosionismo.
Respondiendo a la inquietud planteada: sucede que a principios del siglo XX el Imperio Británico (en realidad el capital financiero occidental, sujeto conductor y vertebrador del neocolonialismo), practicando su política imperialista, expansionista, invasora y depredadora, conjuró la invasión de Oriente Próximo, donde también se encuentra Palestina. Si malignos son los objetivos perseguidos, malignos serán los métodos empleados: los británicos aplicaron el arsenal de prácticas desleales y traicioneras que son propias de los opresores.
Por ejemplo: a los pueblos árabes que intervinieron en la lucha contra el Imperio Otomano, Imperio que hasta la Primera Guerra Mundial (que ocurrió entre 1914 y 1918) dominaba Palestina, se les prometió la constitución de un estado nacional independiente en la región a cambio de su oposición a los otomanos, que eran enemigos de Gran Bretaña en esos momentos.
Obviamente, los británicos no cumplieron las promesas que había hecho su agente Lawrence (al que la propaganda imperial llama “de Arabia”) a los insurrectos y el Tratado de Sykes-Picot estableció la repartición de Oriente Próximo entre Gran Bretaña y Francia luego que los otomanos fueron derrotados. Tal como hizo Estados Unidos cuando los cubanos, a fines del siglo XIX y principios del XX, conquistaron con sangre su independencia de España, apropiándose del triunfo patriota anexando en la práctica Cuba a los Estados Unidos (hasta que el movimiento patriótico revolucionario castrista liberó Cuba), así traicionaron las potencias occidentales las promesas que ellas les hicieron a los pueblos árabes en la Primera Guerra Mundial.
De esta forma, el Tratado Sykes-Picot (1915-1916) entre Francia y Gran Bretaña negó el estado nacional a los árabes y, al mismo tiempo, la Declaración Balfour (1917), dirigida por el ministro de relaciones exteriores británico Arthur James Balfour al usurero internacional y magnate Lionel Walter Rotschild, hacía exactamente lo contrario a favor de los europeos: prometía a la fracción dominante del capital financiero occidental el implante británico de un estado neocolonial cliente en Palestina. A su vez, el movimiento supremacista denominado “sionismo” ya venía luchando de manera explícita y abierta por dicho fin, con una narrativa inventada al efecto. Esta narrativa tiene el fin de “predestinar” a los colonizadores europeos, que nada tenían que ver con ningún derecho legítimo sobre Palestina, una tierra perteneciente a los pueblos árabes.
El eslógan sionista de “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” expresa justamente la mentira de que Palestina es “una tierra sin pueblo”. Es realmente cómico este eslógan sobre que la tierra donde están... ¡los lugares santos de tres de las más conocidas y difundidas religiones monoteístas de la humanidad sea... una “tierra sin pueblo”!!! Este eslógan no resiste ningún análisis.
Sin ir más lejos, el propio actual presidente de los Estados Unidos de América, el sionista Joe Biden, lo dijo claramente hace algunas décadas: “si ‘Israel’ no existiera, deberíamos inventarlo”. ¡Es lo que, justamente, hizo el Imperio Británico!!!
Es así como, de la misma manera en que se imponen como “verdades históricas” fantasías difundidas por el aparato cultural del imperialismo, así es como se fue ejecutando el plan de neocolonización de Oriente Próximo por parte de los británicos, estadounidenses y sionistas en general. Sobre la base de mentiras y... violencia terrorista.
¿Qué es el sionismo?
El sionismo es un movimiento supremacista que, como tal, define la superioridad intrínseca de una específica clase de seres humanos por sobre los demás seres humanos. Se llama así, sionismo, porque promueve, para sus fanáticos, que ellos deben volver a la fortaleza (Sión) que, según la mitología del Antiguo Testamento, conquistó el rey David.
Los sionistas suponen que hace miles de años sus “antepasados” fueron expulsados de unas tierras en Palestina y que, por lo tanto, deben volver. Este mito no resiste ni el menor análisis histórico ni el menor análisis genealógico. Sirve como justificación para las acciones de invasión de los supremacistas en Palestina.
Todo invasor, todo imperialista, al no tener ninguna justificación moral objetiva para llevar adelante la opresión, debe inventar un relato autojustificatorio, una “historia”, hablando en criollo un chamuyo, para manipular a los desprevenidos y para reclutar a otros codiciosos para el latrocinio. En el caso del sionismo, este chamuyo “moral” plantea que la acción rapaz es un deber histórico, una necesidad de irredentismo.
Respecto del supremacismo en general podemos afirmar algo que a esta altura de la madurez de la humanidad no debería abrigar ninguna duda: todos los seres humanos somos creados iguales. Lo demuestra la ciencia y el sentido común, y además está consagrado en numerosos textos constitucionales y jurisprudencias. De hecho, esa verdad evidente está consagrada en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776, referencia general de numerosos movimientos libertadores y revolucionarios de esa época.
Sin embargo, para los supremacistas esto no es así. Los supremacistas retuercen la lógica y directamente afirman que ellos son superiores a los demás, porque algo (ellos le dicen “dios”; puede ser cualquier otra palabra) los ha elegido. El carácter satánico del supremacismo radica en el hecho de que, asignándose una superioridad intrínseca sobre sus semejantes (que son creados iguales) se ponen en el lugar de Dios, o de la universalidad, cuando es absolutamente evidente que el ser humano es una parte del universo, una parte contenida en un contexto superior a ella, como no puede ser de otra forma.
Los supremacistas pretenden que el mundo gira alrededor de ellos y nada los limita, y entonces todo lo demás tiene que estar a su servicio. Es imposible, desde todo punto de vista lógico, que un ente con límites pueda ser superior a los límites que lo definen.
Claramente, el supremacismo podría categorizarse como un trastorno mental clasificable dentro de las patologías del egocentrismo. Las consecuencias de los actos de estos trastornados mentales son devastadoras, ya que persiguiendo su quimera totalitaria no son más que instrumentos ciegos para la destrucción del prójimo. La masacre que están llevando adelante los sionistas hoy en Palestina atestigua de manera elocuente esta afirmación.
Este supremacismo sionista tiene características muy propias, singulares, que la diferencian de otros supremacismos. Cuando alguien piensa en un sionista es muy probable que asocie a estereotipos de “judíos”, ya que el sionismo, en su manipulación, principalmente ha usado como estandarte esa identidad y ha construido al “estado de Israel” como un ente teocrático de una religión que, en su versión sionista, es claramente supremacista. Por lo tanto resulta muy comprensible que las personas sensibles a las injusticias asocien lo “judío” con lo genocida y lo supremacista. No hacerlo requiere un esfuerzo de disquisición concreto ya que “Israel” es hoy el exponente más gráfico y característico de la práctica genocida propia de Occidente.
Desde el punto de vista del racismo, el sionismo poco tiene que ver con cualquier estereotipo fisonómico. El sionismo no es el supremacismo de una nación. Ni siquiera de un pueblo o una raza. Es el supremacismo del capital financiero de Occidente. Todo aquel que sirve a la dictadura del capital financiero occidental, con su modelo usurario y depredador, es un sionista y participa de alguna manera de esa conspiración traidora. En síntesis, podríamos decir que el sionismo es la religión supremacista del capital financiero de Occidente.
Por eso es que hay sionistas cristianos, como Biden; sionistas judíos, como Netanyahu; y sionistas ateos, como Teodoro Herzl, el más referenciado fundador del movimiento sionista.
Y el sionismo es inseparable del capital financiero occidental porque, de ser “Israel” un destacamento de choque para la conquista del Asia Occidental, este destacamento ha pasado a ser el símbolo de Occidente ya que constituye su vanguardia militar en esa región nodal del mundo. El problema para Occidente aquí es que, si militarmente éste tiene en “Israel” a su exponente más calificado y hoy “Israel” ha perdido su capacidad militar y está desbordado por la resistencia de los oprimidos; todo eso significa que Occidente en su conjunto se encuentra en bancarrota. La presente guerra en Gaza y toda Palestina demuestra definitivamente que “Israel” sólo es capaz de realizar masacres pero no es capaz de vencer la resistencia militar de oponentes militares, de pares. Están demostrando palmariamente al mundo lo que “Israel” es: una organización criminal, un conjunto de terroristas, capaces de torturar y matar de las formas más bárbaras imaginables, y de asesinar aún a su “propia” gente con tal de perpetuarse en el poder la camarilla de turno. Pero eso es lo que es el imperialismo occidental. “Israel” no es más que el monstruo más feo prohijado por el Occidente colonial y neocolonial.
Anteriormente dijeron “anglosionismo”, y no sionismo a secas. ¿Por qué?
Porque el Imperio Británico ha sido el núcleo imperialista más capaz en los últimos cuatrocientos años y siendo los Estados Unidos el relevo del Reino Unido cuando la monarquía británica entró en decadencia, se suele utilizar anglosionista para dar una referencia histórica más concreta al supremacismo sionista en su íntima y consustancial relación con el Imperio Británico y Estadounidense, ambos sumamente relacionados entre sí.
Por supuesto que dentro del sionismo hay facciones diferentes, hay contradicciones serias, todas las cuales lo son respecto del nivel de agresividad que este supremacismo debería tener. Los sectores más fanáticos son los más belicosos y los que menos sentido de la realidad tienen. Creen que sus planes son factibles, pero por llevarlos a cabo todo el sionismo será derrotado de una manera más categórica e irremisible, como está sucediendo hoy en Palestina. El egocentrismo es por definición antisocial. Por su carácter antihumano y antisocial los supremacismos no tienen destino. El sionismo, como supremacismo que es, tampoco tiene destino viable, ya que, aún en la hipótesis de que pudiera pervivir un tiempo, su propia lógica, sólidamente individualista, lo lleva a la disgregación.
Es por todo esto que las concepciones colectivistas, que ponen el acento en la comunidad humana, en la humanidad de destino compartido -en contrario a la pontificación de alguna nación o religión en particular como “elegidos” destinados a la opresión de los demás- son las que tienen verdadero destino histórico. El grado de desarrollo de la humanidad impone que se transite un destino común gestionado de manera constructiva por comunidades con concepciones altruistas o, caso contrario, los sectarios delirantes provocarán la destrucción de gran parte del mundo o de su totalidad ya que, si se impusiera el supremacismo, éste no haría más que inaugurar más guerras y subdivisiones, en una lucha interminable.
¿Qué responden a la acusación de “antisemitismo”?
Una de las técnicas más desarrolladas por los desvergonzados, por los que no tienen códigos, es cometer crímenes y al mismo tiempo ponerse como víctimas. El anglosionismo invierte constantemente los términos de las cosas. En Palestina, asesinar en masa a población civil, a niños, ancianos, mujeres, es “derecho de autodefensa”. La psicosis anglosionista postula que todo lo que haga cualquier supremacista estará bien, será moral, y todo lo que haga cualquiera que se oponga a los designios prepotentes y arrogantes de los supremacistas será inmoral.
Así sucede que el anglosionismo tiene varios adjetivos descalificativos, difamatorios, en su caja de herramientas malignas. Si una persona es solidaria con los palestinos (que indudablmente son semitas), será calificada de “antisemita” por los histéricos sionistas, que sufren ataques de ira cuando descubren que el mundo gira y existe mucho más allá de sus caprichos satánicos.
Confiamos en que la Humanidad será capaz de deshacerse de este cáncer que tanto mal le hace a todos.
¿Cuál es la situación actual en Palestina?
La situación actual es muy dolorosa debido a las masacres de los cobardes sionistas, pero al mismo tiempo muy auspiciosa debida a la firmeza y la lucha tenaz de los que resisten, que están derrotando a los invasores.
La operación “diluvio de Al-Aqsa”, conjuntamente con la guerra de Rusia contra la OTAN en Ucrania, han desencadenado una serie de sucesos que están poniendo en la defensiva estratégica a Occidente en general y a “Israel” en particular. Toda la configuración anglosionista está colapsando. No sólo en lo militar, sino en lo social, industrial, tecnológico... Las sociedades anglosionistas son antros del vicio y la corrupción. El consumo de drogas, la proliferación de vicios y crímenes es algo que caracteriza a las sociedades de Occidente, a tal punto que la propaganda de Hollywood y del aparato cultural anglosionista casi no hace otra cosa que promover masivamente el reviente.
Volviendo a Gaza, los terroristas de “Israel” no han logrado ninguno de sus objetivos: no lograron controlar el territorio ni expulsar de él a los palestinos, sólo realizaron terribles masacres que han hecho que “Israel” sea repudiado masivamente; no han logrado eliminar a la resistencia islámica; y finalmente las unidades de combate más avanzadas de “Israel” (como la Brigada Golani) han sido derrotadas con grandes pérdidas, debiendo retirarse de Gaza. En otros territorios como Cisjordania la Resistencia realiza operaciones de manera constante. En el Norte, en la frontera con El Líbano, Hezbolá está asediando de manera persistente a la entidad ocupante, provocando que las colonias sionistas estén evacuadas. Al mismo tiempo, la Resistencia palestina no deja de bombardear Tel Aviv y otras ciudades de “Israel”. Por su parte, Ansarulá, de Yemen, ha logrado bloquear el tráfico marítimo hacia “Israel” a través del mar Rojo, obturando el estrecho de Bab El-Mandeb. En Irak se están atacando las bases estadounidenses. La asediada Siria se mantiene firmemente en pie. Es decir que “Israel” está en una situación cada vez más comprometida y los Estados Unidos y Occidente en general no están en condiciones de protegerlo con efectividad, a pesar de la cantidad de municiones y pertrechos bélicos que le entrega a su fuerza de choque israelí.
¿Cuál es la posición de la OLA?
Indudablemente que nuestra posición, como organización nacionalista y justicialista, es de lucha antisionista.
¿Y qué relación tiene esta postura con Argentina?
Es muy sencillo: ¿Quién nos usurpa Las Malvinas? ¿Quién, después de invadir dos veces, procedió a una tercera? ¿Quién hundió el crucero General Belgrano? ¿Quién violó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en contra de Argentina? ¿Quién hundió el submarino argentino ARA San Juan en zona de conflicto? ¿Quién impuso el tratado de Madrid? ¿Quiénes resultaron encubridores demostrados de los atentados a la AMIA y la embajada de “Israel”? ¿Quién inventó el chamuyo de la deuda externa para robarnos sistemáticamente? ¿Quién logró, a través de su alianza con agentes internos, garantizarse la libre circulación de nuestros ríos interiores? ¿Quiénes saquean la Argentina y explotan a nuestro pueblo? ¿Quiénes conspiran permanentemente contra el pueblo argentino?
En todo lo que es contra Argentina está metido el anglosionismo. El anglosionismo es enemigo de nuestra Patria. No se puede querer a la Argentina y no estar enfrentado al anglosionismo. Quien no enfrenta a los enemigos de Argentina no la quiere verdaderamente. Y no defender la Patria es traicionarla.
De hecho, el actual presidente Javier Milei, devoto de una secta anglosionista, está llevando adelante un ataque claro y decidido contra nuestro país. Ha puesto la bandera de remate al territorio nacional, promueve el saqueo de nuestros bienes comunes y pretende someter en la mayor esclavitud y misera al pueblo. El mega DNU y la ley ómnibus son un ataque en toda la línea contra la Argentina y nuestro pueblo.
El estado terrorista de “Israel”, los Estados Unidos y el Reino Unido de Gran Bretaña están unidos en el saqueo y la depredación de Argentina. El anglosionismo, desde el comienzo mismo de nuestra historia como nación, es enemigo existencial de la Argentina. No puede existir una Argentina potencia, digna y soberana, sin vencer a los ladrones anglosionistas.
¿Y cómo se puede vencerlos?
En la medida en que vaya creciendo la conciencia de que la independencia nacional y la justicia social son objetivos de lucha imprescindibles y dignos, y en la medida en que vaya creciendo la conciencia de que la Humanidad tiene un destino compartido, que todos somos hermanos.
Por supuesto que hablamos de una conciencia práctica, que se manifiesta en organización, estrategia, programa, propuesta, hechos, valores en acción. Disposición, determinación, paciencia, sacrificio, trabajo y valentía. Sin todo esto, no hay destino. Y el camino sin dudas es revitalizar el movimiento nacional, con programa,nacional y política nacional. Una cultura del encuentro, tal como decíamos más arriba, pero sostenida en una firme y decidida cultura de la resistencia.
El supremacismo es un satanismo que sólo trae discordia, dolor y guerras a la Humanidad. El anglosionismo es un supremacismo, por lo tanto un satanismo. La victoria sobre este mal será un salto de dimensiones colosales hacia el reencuentro de los seres humanos con su más pura esencia altruista. Un mundo mejor es posible. Y una Argentina soberana podrá hacer su aporte para lograrlo.
Publicación original: 10 de Enero de 2024